El único ingrediente que vamos a necesitar es yuca o mandioca.

Usé aproximadamente 2 kg.

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Comenzamos lavando bien la yuca hasta retirar la tierra.

Cortamos en cilindros pequeños para que sea más fácil su manejo.

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Para retirar la piel, clavamos levemente un cuchillo a lo largo de la

yuca y jalamos poco a poco la piel para desprenderla. A veces es

fácil y otras veces toma un poco más de esfuerzo. Lo importante es retirar la parte marrón y la otra capa que está debajo de esta.

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Lavamos nuevamente y llevamos a un bowl.

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Ahora vamos a rallarla. Necesitamos hacerlo por la parte más fina del rallador, esa donde son huecos que trituran en vez de rallar.

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Es muy importante hacerlo por aquí porque sino no va a servir.

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Este es un trabajo que nos va a costar un poco pero vale la pena porque vamos a obtener bastante harina.

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Vamos a conseguir una pasta blanca bastante húmeda y cremosa.

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Ahora, exprimiremos esta masa. Necesitamos una tela fuerte para que podamos retirar el líquido. Tradicionalmente se usa algo llamado sebucan que es una especie de prensa artesanal, sin embargo, nosotros no lo tenemos, así que usaremos esta bolsa hecha de tela que nos ayudará a obtener el mismo resultado.

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Si lo hacemos de a poco es mejor porque se les va a hacer más fácil.

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Exprimimos bastante, va a botar un líquido que en el caso de la yuca amarga, es venenoso, por eso al exprimirla, lo que queda se puede consumir después de cocinar.

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En la yuca dulce, la toxina que es venenosa se concentra mayormente en la piel, sin embargo es mejor botar el líquido y no intentar probarlo.

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Una vez que hayamos retirado el máximo de líquido, sacamos del lienzo y seguimos exprimiendo el resto.

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Va a quedarnos una masa seca y compacta. Tenemos que hacerla polvo con nuestras manos.

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A medida que apretemos con nuestras manos, se va a ir deshaciendo.

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Ahora, lo cernimos con un colador. Debe quedar un polvo fino. Lo que quede en el colador también lo podemos usar pero quedará un casabe grueso y más duro.

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Para hacer el casabe, calentamos una sartén o un budare a fuego medio y cuando este bien caliente, espolvoreamos la harina de yuca haciendo una forma de círculo. Poco a poco se va a ir endureciendo y pegando, no hace falta agregarle más nada.

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Darle la forma es un poco difícil pero con práctica quedara bien.

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Con una cuchara vamos aplastando las orillas y cuando esté ligeramente dorado lo volteamos.

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Cocinamos unos minutos más y ya está listo. Si no queda muy crocante, puedes llevarlo al horno para que se termine de evaporar el líquido.

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Ya podemos disfrutar este rico casabe, yo lo voy a probar con queso guayanés.

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Esta crujiente y muy rico.

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